diumenge, 27 de febrer del 2011

¿DÓNDE ESTÁN LAS ''GRÁCIAS''?

Es diabólicamente cierto que hay que darse de morros contra una pared para aprender una lección, aunque también es reconfortante; ya que al menos te permite sacar algo positivo de situaciones realmente pésimas. Si quieres, claro... Que aquí nadie te obliga a aprender.
Aprender suele ser gratis, aunque sólo económicamente... -Como todas las cosas de las que se acuerdan las personas en situaciones límite, cuando lo material ya no les importa un carajo-... Pero entonces... ¿Qué nos cuesta aprender?... Parece que aprender nos cuesta lo mismo que querer, amar, o recordar. ¿En qué moneda se pagan esas cosas? O dicho de otro modo... ¿Cuánto valen tus recuerdos? ¿A cambio de qué cambiarías lo que eres y lo que guardas dentro?
Creo que pocas veces hacemos un balance de este tipo de cuentas. Estamos tan atrapados en los balances que llamamos “importantes” –y que tienen que ver con el mundo exterior- que nos olvidamos de los balances que hay que realizar mirando dentro de uno mismo. ¿Acaso son menos importantes? -Es que me resulta sorprendente haber nacido con alma, pero sin cartera; y tener que pasar la vida preocupado por la segunda y olvidando la primera-. Es algo contrahecho. No tiene ningún sentido.
Y la cartera es sólo un ejemplo... Puede ser un trabajo, o una oportunidad.
Cada maldito día pensando en ello, frustrándote, enfadándote con la vida por ser tan “desgraciado” con esos problemones que tienes, esa MALA SUERTE que todos encontramos hasta en el hecho más banal, y de repente la vida te abofetea en la cara y te dice que no te equivoques; que llegará un momento en el que cambiarías todo lo que anhelas, todo por lo que hoy sufres; por no perder aquello que tienes y has tenido siempre... Aquello que llevarás siempre dentro y nadie te podrá arrebatar. Y tú, en vez de demostrar tu agradecimiento, lo desprecias día a día cuando pasas todo el tiempo lamentándote por superficialidades.
Va, anímate... Haz un balance de lo que tienes dentro...
Hablo de tus recuerdos. De tus experiencias. Hablo de las personas a las que conoces. A las que conociste. De las que te han querido, te quieren, e incluso de las que te querrán. Hablo de aquel primer beso. De aquel mensaje. De aquella foto. Hablo de aquellas palabras. De aquel intento fallido. Hablo de ese sueño oculto. De los “yo algún día viajaré a...”. Hablo del tiempo que llevabas planteándote afrontar tus miedos, y de lo que ocurrió después. Hablo de poder sentarte frente al mar y escurrir arena entre tus dedos. De aburrirte. De la música que dibuja imágenes en tu mente... de todas las sonrisas, de todos los momentos. También de las lágrimas, del miedo, del dolor. De la pérdida y el sufrimiento. Hablo de todo lo aprendido. De aquello que duró lo que duró, que salió mejor o peor, que fue antes o después de lo “normal”... Pero que pasó, que dejó huella en ti y que forma parte de lo que eres...
...Hablo de todo eso que tienes que es gratis, y que cuando pierdas jamás podrás recuperar.
¿Tan pocas cosas tienes? ¿Tantas cosas te faltan? ¿Tanta mala suerte has tenido?
Si respiras ya eres poseedor de una gran fortuna... ¿La cambias por 10 billones de dólares?
Palabras vacías, sufrimientos estúpidos. Lamentaciones sin esfuerzo, quejas infundadas. Problemas de diversa índole y demás basura que malgasta el privilegio de estar vivos... ¿Valen más que la suerte de poder volver a empezar?
Seguro que los que no la tengan –la suerte de volver a empezar- conocen bien la respuesta; pero los demás la tenemos en nuestras malditas narices.
Un gran amigo, más que un hermano... Me dijo una vez que yo era la persona con más suerte que había conocido nunca. He de confesar que antes me lo tomaba con otro sentido. Creía que se refería a que conseguía lo que me proponía pese a no dejarme el pellejo, vivía experiencias exóticas, situaciones curiosas o que siempre encontraba aparcamiento a la primera incluso en las zonas más concurridas... Pero no. Hoy estoy seguro de que tenía razón al afirmarlo, porque soy poseedor de una gran fortuna. La fortuna de mis recuerdos.
Por eso hoy voy a dar las gracias por sufrir al recordar, y a la vez por tener esos recuerdos. Por haber vivido esos momentos. Por haber sentido. Por tener la oportunidad de luchar por alcanzar mis metas, de sufrir por amor o desilusiones, de llorar por los fracasos, de caerme, de levantarme... De abrazarme con mi gente, de afrontar un problema, de que me decepcionen, de decepcionar, de pedir perdón... Y sobretodo, por poder llevar siempre lo vivido dentro de mí...
Creo que cuando haces ese balance... Si es positivo... Si eres poseedor de todos esos bienes de valor incalculable, mucho más valiosos que el dinero, la fama, el lujo, el éxito... Cuando tienes un tesoro de verdad dentro de ti...
...Lo único que tienes que tener es gratitud y ganas de vivir. Olvidarte de tus miedos y perseverar en tus ilusiones. Tus cicatrices, algunas todavía abiertas, serán la marca del recuerdo de tu vida hasta hoy... Serán tu historia, y la de los que la escribieron contigo. Deben estar ahí. Tu interior es el sitio de esas cicatrices, y ellas el “sentido” de pasar por aquí...
Agradécelas, pese a que resulte difícil y a veces se nos olvide hacerlo...
Es el único modo de intentar merecer tu propia suerte.